Monza creció junto al río Lambro, que la atraviesa de norte a sur. En el pasado, el río era el centro de la vida cotidiana y muchas actividades tenían lugar a lo largo de sus orillas. Surgieron varios molinos, que utilizaban las aguas como fuerza motriz.
En el Parque de Monza aún se conservan tres molinos con sabor decimonónico, que hoy cumplen funciones residenciales o agrícolas.
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